domingo, 8 de abril de 2012

Ciorán y el gusano del tiempo

  Hablar de Ciorán es referirse a un escritor y no sé qué mas decir; y esta imposibilidad del hablar sobre Ciorán me viene a cuenta por la falta absoluta de clasificidad de su obra y su persona: no se puede decir abiertamente que sea un filósofo, como no se puede decir a ciencia cierta que sea un nihilista, ni un pesimista, ni un absurdista, más bien prefería subsumir su pensamiento a la nada, certero sería tildarlo como un autor nadista. Una ficha técnica rápida de Ciorán podría ser descrita así:

tema favorito: el lamento de la vida.
deporte favorito la blasfemia.
su pasión vital: el desprecio permanente al accidente de la vida.





Con tan motivacional carta de presentación cabe aclarar un aspecto, en específico de algo que podría parecer un error: si bien nihilismo se refiere a la nada, yo preferiría señalar a Ciorán como "nadista" para no confundirlo con el nihilismo, que en filosofía es cuasi contraseña del pensamiento nietzscheano y de su desarrollo existencialista posterior en Heidegger, Vattimo y otros autores, inmiscuidos en los extensos tratamientos subyacentes que se han hecho del asunto nihilismo. Y es precisamente la cuestión de la nada -junto al tiempo- la que me parece de las temáticas mas llamativas en su pensamiento.

Ciorán escapa de dios y sus destinos, no piensa andar jamás en el camino del árbol de la vida (Génesis, 3, 24), ese es el camino por el que tantas veces ha mendigado. Es mejor crear un paraiso en la Tierra, con enrredaderas paradisiacas, con un mundo propio sin condenas, donde las cosas son temporales pero son propias: "Que él se quede toda una eternidad donde no haya nadie; nosotros seguiremos pecando, mordiendo las manzanas que se pudren bajo el Sol".1

El 8 de abril de  nacía Emil Mihai Ciorán