miércoles, 24 de abril de 2013

“Sudcaliforneidad desde la comunidad: una apreciación”


“Sudcaliforneidad desde la comunidad: una apreciación”
Homero Francisco Salgado Pérez
Abril de 2013
Universidad Autónoma de Baja California Sur
RESUMEN:
Desde el inicio de su poblamiento, la pregunta por la naturaleza del californiano se plantea desde dos horizontes: el del misionero y el del aborigen; después de tres siglos de historia peninsular, los recientes fenómenos de crecimiento poblacional y de desarrollo económico en el estado- concretamente en la zona de La Paz y Los Cabos- suponen un re-planteamiento de la dinámica de grupos de poder y su peso específico en las decisiones políticas y movimientos sociales de la media península. En este trabajo se plantea, en particular desde el concepto de “comunidad” en Luis Villoro y “diálogo” en la Epistemología del Sur, una posibilidad de pensar lo (sud) californiano y un escenario para los tiempos por venir.

Palabras clave: Baja California Sur, Villoro, comunidad, Epistemología del Sur, diálogo.




De la Cálida Fornax al estado libre y soberano
Esta historia podríamos situarla en un cálido amanecer del año de nuestro señor 1535; el explorador que aún tenía en su memoria las huellas de la malograda Tenochtitlan se lanzaba en búsqueda de lo conocido- o lo desconocido por conocer- gracias a las Sergas de Esplandián y los libros de caballería que hacían la delicia de los aspirantes a aventureros de la recién proclamada península ibérica. De repente se divisa un morro de tierra, soldados de la patria descubierta que clamaban al cielo guaycura -torotes, palo de arco y otras especies que la sabiduría jesuita pondría nombre y apellido tiempo después- Como si fuera una premonición, el calendario gregoriano señala el día como el de la Santa Cruz, anticipación de lo que estaba por suceder en ese terruño.

El acontecimiento antes descrito es señalado en la nomenclatura oficial como el día que se funda la ciudad de La Paz, gracias al desembarco que hace Hernán Cortés en la bahía recién descubierta; sin embargo el hito que da sentido a la historia e historiografía local es la fundación de la misión de Loreto en el año de 1697, desde donde inicia una etapa de fundaciones misionales y poblamiento del territorio descubierto; este proceso dura hasta 1768 con la expulsión de los jesuitas. Los misioneros conciben a la California (Calida fornax) como la utopía realizable, donde el mal quedaría desterrado desde una sociedad más justa, dentro de un proceso de ilustración encabezado por “la gente de razón” y un evidente control de la población nativa (Sequera, 2003: 25-26)

Desde el siglo XIX, ya consumada la independencia de México y gracias a la pregunta por una idea de nación, surge una inquietud que encuentra su fundamento en el conflicto con Estados Unidos, en parte por el evidente interés del vecino del norte de hacer de la península una estrella más de su bandera. ¿Cómo integrar al territorio, alejado geográfica y socialmente de la dinámica del centro del país, a ese sistema llamado República Mexicana? Una posible solución encuentra su cauce en un creciente regionalismo, marcado por tres acontecimientos históricos, a saber:

·         La ausencia de un conflicto de carácter étnico, que llegó por barco y encontró en la tierra de nadie la posibilidad de ser de manera distinta”
·         El conflicto internacional sobre la península que se desarrolló durante gran parte del siglo XIX, y
·         La pertenencia al territorio mexicano, refrendada mediante el poblamiento de los centros ejidales e industriales. Cabe destacar que en este último punto (Castorena, 2003: 108) se observa, desde un espacio vacío, la percepción de dicho acontecimiento como un modelo de desarrollo impuesto de fuera…

Como producto de la dinámica de los siglos XIX y XX, surge como clase poblacional el “ranchero sudcaliforniano” (último californio gracias al retrato de los 24 por segundo recientemente), heredero de las migraciones venidas de la península ibérica, así como de estadounidenses, chinos, franceses, ingleses…[1] En particular se distinguen tres momentos de conformación de dicho caldo de cultivo: la migración francesa a la zona de Santa Rosalía, la migración de los chinos a la Baja California y el poblamiento del valle de Santo Domingo por parte de los sinarquistas del interior de la república.

Al momento de la integración de Baja California Sur en la cartografía política nacional- cuyo lienzo tuvo pinceladas de FUS y Loreto 70- se plantea, desde el oficialismo primero y la academia después, una búsqueda de una identidad, una respuesta a la pregunta ¿Qué es lícito esperar de “lo sudcaliforniano”?

“El imaginado mestizaje entre guaicuras (sic) , pericues, y la migración española se replantean, a través de los años, como imágenes transpuestas; amen de una formación histórica generalizada para toda la república(…) Esta vuelta al planteamiento histórico nos indica esta crisis identitaria, como crisis en movimiento, en formación, que establece sus propios momentos de ingreso a la comunidad” (Sequera, 2003:61)



Del individuo a la comunidad: una epistemología del mitote

Así, se hace menester una inquietud plasmada en el parágrafo anterior: ¿cuáles son las manifestaciones culturales hoy en día en la media península? Se pueden distinguir tres grandes grupos poblacionales, a saber: el nativo, el migrante del interior del país y el extranjero; así, la posibilidad de respuesta a la pregunta por lo sudcaliforniano supone el entrecruzamiento en un diálogo de visiones y crisoles culturales.
Las crecientes oleadas de inmigrantes a esta media península, desde el extranjero inversionista atraído por el mantra del turismo y el boyante poder adquisitivo de sus beneficiados hasta el trabajador de los campos agrícolas a lo largo del estado, se han integrado y amalgamado a la realidad cotidiana y al concepto de sudcaliforneidad desde su trinchera, y las manifestaciones culturales no han estado exentas de ello.[2]

El estado supone, tanto para el gringo como para el “chuntaro”, un lienzo en blanco, un espacio para plasmar su visión del mundo, un Weltanschauung… ¿y del lado del último californio qué colores son con los que pintan sus lápices? Sequera, en La otredad de la California sureña, apela al concepto de cura- como

“Agarrar cura es una representación, es poner en papeles extremos al otro, lo que nos está molestando, social o personalmente; es un síntoma de que algo no está bien; finalmente, agarrar cura, es realizar una crítica” (Sequera, 2003:53)

La convivencia, la piedra angular del “agarrar cura” parte de una comunidad en constante diálogo; al igual que el mitote, que no distingue barreras lingüísticas o raciales, este ejercicio nos caracteriza por antonomasia como ciudadanos de Sudcalifornia y el mundo. Boaventura de Sousa en Una epistemología del Sur propone el diálogo entre diferentes puntos de vista y apreciaciones del mundo, desde una visión integral del mismo como una “totalidad inagotable, donde hay muchas totalidades parciales”. Una posible respuesta a la pregunta por lo universal podría dilucidarse desde el concepto de traducción, en tanto se configura como con-versar recíproco entre las diferentes experiencias, tanto las disponibles como las posibles, en un marco de confrontación y completitud de la cultura (De Sousa, 2012:136-139)

Así, el diálogo tiene la utilidad de “rescatar lo digno del pasado y el presente”; a partir de la traducción se “tiende a esclarecer lo que une y lo que separa los diferentes movimientos y las diferentes prácticas, de modo que determine las posibilidades y los límites de la articulación o agregación entre los mismos” (De Sousa, 2012: 141)

El caldo de cultivo donde se cruzan las visiones y perspectivas se define, en palabras del autor de Una epistemología del Sur como una “zona de contacto”- un ágora como el mercado Madero o una exposición de arte-donde las normas, conocimientos y horizontes distintos se entrecruzan y relacionan… y este diálogo puede conducir a condiciones para re-pensar el presente desde prácticas de transformación, nuevos manifiestos, y por supuesto una nueva apreciación de la comunidad y el entorno.

De la comunidad al individuo: una apreciación de lo por-venir
¿Qué se entiende así por “comunidad”? Luis Villoro en El poder y el valor da su definición desde el ejercicio en que” cada quien vela por el todo de la misma manera que por su bien personal”, otorgando igual peso al bien común que al bien individual. Esta noción no sólo la hace extensiva a los derechos y obligaciones ciudadanos sino que abarca también la prestación de un “algo desde sí” a la formación de una totalidad que le es inherente al ciudadano le provee de sentido. (Villoro, 2012: 359-361)

Si nos remitimos a la definición dada por los jesuitas a la media península como posibilidad entre las posibilidades, la mesa está servida para imaginar un nuevo presente; siguiendo con Villoro

“Renovar la modernidad quiere decir superarla en una traza nueva: recuperar el momento de verdad del pensamiento y la vida pre-modernos, sin renunciar a los valores fundamentales de una asociación para la libertad” (Villoro, 2012:371)
La comunidad se expresa desde formas de cohesión tales como la vida privada, el parentesco o la vecindad, y tiene sus raíces dentro del hombre ubicado en un espacio y un tiempo (ser social); Su sentido de pertenencia ya no es en función de una mera totalidad por si sola, sino por la integración individual a la misma, de una manera plena como persona, mediante la relación inter-personal, la comunidad, el todo cósmico (Castorena, 2003:78 y Villoro, 2012: 373) Así, el ejercicio de construir la comunidad supone una voluntad de transformación, una práctica cognitiva comprometida con la realidad y vinculada plenamente con lo cotidiano. En Creer, saber, conocer, se entiende dicha práctica como una actividad dirigida por fines conscientes. (Villoro, 2011:250-251)… ¿Cuál es la relación con la actividad y el entorno posible del primer californio en eterno retorno?

El paradigma que se constituye dentro de las actuales sociedades del conocimiento no sólo debe asumirse desde un carácter científico, sino que tiene profundas implicaciones sociales para una vida mejor; En este sentido “Cada método es un lenguaje y la realidad responde en la lengua que es preguntada” (De Sousa, 2012: 49)

El nuevo paradigma que debe oponerse antepone el saber-vivir versus el sobre-vivir, desde una perspectiva mucho más amplia de lo que tradicionalmente Occidente asume como válido; esta construcción desde lo sudcaliforniano comienza a apelar principalmente a la temática del medio ambiente, los movimientos de resistencia contra la minería tóxica y los transgénicos en el estado, así como la defensa de Cabo Pulmo y otras reservas del golfo de California… en resumen, los esfuerzos ciudadanos donde se concentra una nueva ecología de la productividad (De Sousa, 2011:123)

Esta ecología de la productividad, en tanto que confrontación con el conocimiento “venido de fuera”, ha motivado a diferentes organizaciones civiles en el estado, donde convergen los esfuerzos de la triada foránea-extranjera- sudcaliforniana a imaginar alternativas de desarrollo, en contraposición de la lógica productivista que pre-supone que el agua- valga la expresión- sea menos valiosa que el oro.

¿Por qué la pertinencia de analizar estos temas desde la filosofía en su esfera local, nacional y global? Uno de los ejes fundacionales del observatorio que hoy se presenta a la comunidad sudcaliforniana es el de dar seguimiento, desde la academia- y desde la práctica y el diálogo en comunidad- a las problemáticas que atañen a los nuevos y últimos californios, pasados y por venir, y en la medida en que las tres visiones que conviven entre sí en esta media península entablen un entorno de construcción de alternativas de futuro desde lo que se haga hoy, será posible el poema que reza:

¡Levántate! Y cuando el nuevo corsario sexenal
En turno, te exiga oro, plata,
perlas muchas perlas y demás vituallas,
dile lo cantado por el malogrado periodista:
“EL ORO, LA PLATA Y LAS PERLAS
SON DE LOS HIJOS DE LOS HIJOS DE MIS HIJOS
Y QUIEN QUEIRA AVITUALLAMIENTO
QUE VENGA Y BESANDO EL SUELO ME LO PIDA
¡PORQUE YO SOY EL REY DE LOS GUAYCURAS!”
¡Levántate! Si no tienes tradición tienes destino!
¡¡BÚSCALO Y PELEA CON LAS UÑAS SI ES PRECISO!!
Al llegar extenuado al horizonte
Tomarás un respiro lentamente,
y gritarás hacia todos los confines de la tierra:
¡¡¡POR FIN, SOY EL GUÍA DE MI PUEBLO!!![3]

BIBLIOGRAFÍA:
·     Castorena Davis, Lorella (2003). Sudcalifornia: el rostro de una identidad. Editorial Castellanos, México.
·        De Sousa Santos, Boaventura (2012) Una epistemología del Sur. Ediciones CLACSO, Buenos Aires.
·         Sequera Meza, José Antonio (2003). La otredad en la California sureña. Praxis, México.
·         Villoro, Luis. (2012) El poder y el valor. Fundamentos de una ética política. Fondo de Cultura Económica, México.
·         Villoro, Luis. (2011) Creer, saber, conocer. Fondo de Cultura Económica, México

[1] Tan es así que se configura como una característica visible de la población local configuran la identificación mediante los apellidos que delimitan incluso la pertenencia a un lugar específico (los Davis de Loreto o los Macklis de la zona de La Ribera y Miraflores, por ejemplo)
[2] Cabe destacar el caso particular de tres manifestaciones culturales de cada una de estas expresiones: la “cumbia poblana” o el “sonidero” escuchado por la gente proveniente del interior, mayormente por los trabajadores migrantes de Oaxaca, Puebla y Guerrero; el arte y los cuadros en las galerías de Todos Santos propiedad mayormente de extranjeros, y la manifestación de “la cura” en los pobladores nativos. De la contra-cultura a la cultura popular en Todos Santos, Baja California Sur,  del autor, publicado en la revista Generación, octubre de 2011.
[3] Fragmento del poema “Levántate guaycura” de Alfredo González González; facilitado por la profesora Carolina González de la carrera de CP y AP.

LA FILOSOFÍA Y SU CONTEXTO SUDCALIFORNIANO

MANUEL MÁRQUEZ DE LEÓN Y EL CORAJE DE LA VERDAD





IV COLOQUIO DE FILOSOFÍA/UABCS/ LA FILOSOFÍA Y SU CONTEXTO SUDCALIFORNIANO

Por Luis Domínguez Bareño


Para mi hija Eurídice Calantha, en sus cinco añitos.

    En Septiembre de 1881 el General Manuel Márquez de León se encuentra redactando pensamientos filosóficos en San Francisco, California.[1] Todavía, un año antes, hizo el último intento de regresar al país a proseguir la lucha armada contra el gobierno de Porfirio Díaz, pero fue rechazado en ocasión definitiva, por las tropas federales en los límites de Baja California y Sonora.[2] Atrás quedaban las aventuras militares y políticas que se entrecruzaron en su vida: diputado y militar, general y gobernador, siempre intercambió la pluma y el fúsil dependiendo la situación que lo ameritara. Márquez de León dejaba atrás una vida de praxis bélica: defiende Mazatlán del desembarco norteamericano en 1847, organiza movimientos armados contra los filibusteros que ocuparon La Paz en 1853, es llamado a contener la reacción conservadora en el noroeste contra la Constitución de 1857, combatió a las fuerzas antiliberales en La Paz en 1860, luchó en Nayarit, Durango, Michoacán y Querétaro contra la Intervención francesa, se adhiere al Plan de Tuxtepec contra la reelección de Juárez y, finalmente, se levanta en armas contra la “calamidad del gobierno de Porfirio Díaz”.[3]

  En sus últimos años, los de escritura, el General se encontraba en los Estados Unidos en calidad de exiliado, enemigo jurado ya de Porfirio Díaz, su compadre del cual se sintió traicionado, con quien compartió campaña 10 años en el bando liberal. Se levanta en armas con el Plan de El Triunfo en  noviembre de 1879: logra apoderarse de La Paz durante algunas semanas, además también derrotó a las fuerzas porfiristas en Todos Santos y El Triunfo. La acusación contra Díaz era contundente:

La corrupción y la mezquindad de sentimientos van poco a poco extinguiendo en la República el fuego santo del patriotismo y el amor a la libertad. Los abusos del poder han intimidado a las almas débiles y comprados con los tesoros públicos esos avaros miserables que sólo piensan en su interés privado, ha venido entre nosotros a dominar la fuerza bruta a la razón y a la verdad. Tanta bajeza nos sumirá en la deshonra y en la ruina, si por medio de un esfuerzo supremo no reivindicamos nuestra dignidad manciillada…entonemos con voz firme el grito de libertad, rectitud de conciencia y reforma general en la marcha de los negocios públicos y pasemos el Golfo para llevar hasta la capital de la República la moralidad y el desprendimiento. [4]

  Las proclamas como esta perspectivizan las influencias ideológicas que pesan sobre la retórica de Márquez: el pasado y presente -y permanente- político profundamente nacionalista, liberal e ilustrado; apegado a la entronización de la razón y la verdad como dos cuestiones fundamentales a mantener para bien de la República. Aquí calla el reacio soldado y habla el personaje que no sólo a la razón aspira, sino creyente de los designios de Dios,  le mencionaba sin rubor a Benito Juárez “tengo una fe muy viva en la Divina Providencia…y a usted está encomendada la sublime misión de encaminarnos por el sendero de la moralidad.”[5]

 La vertiente escritural de nuestro personaje sudcaliforniano en cuestión, ha sido soslayada por completo en la historia literaria y científica de nuestra entidad. A fin de cuentas sólo los historiadores siguen la huella pues, sorprendidos por las acciones militares y políticas y sus consecuencias, han estudiado la cronología histórica de su vida y su tiempo. Tratando de poner en salvaguarda la imagen de un héroe ejemplar de nuestra patria[6] se sacrifica el pensamiento y la palabra misma del General a su obra práctica, esto incluso a llevado al punto de escribir historias literarias sobre la vida misma de Márquez basándose exclusivamente en sus hazañas, pasando por alto lo que nos cuenta por sus mismas obras escritas.[7] Muchas de las loas textuales que referimos, surgen al calor del empuje que se dio, el año de 1984, para lograr que los restos de Márquez fueran trasladados de la Ciudad de México a Sudcalifornia; asunto que fue complementado el dìa 5 de marzo de 1985 cuando los restos del héroe llegaron a su última y merecida morada, es decir, a la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres ubicada en la explanada del Teatro de la Ciudad de La Paz: “después de 95 años de ausencia, el héroe regresa a Baja California Sur…Su reacia figura, su coraje y acrisolado patriotismo permanecerán por siempre en las páginas del México independiente. Su vida y su obra, por ejemplares serán guía, ruta y destino para el pueblo sudcaliforniano.” [8]

  Hay muchas conjeturas que se pueden enmarcar en este desfase –o déficit de atención- que pesa sobre la obra escrita de Márquez en sí y la sobrecarga interpretativa de su accionar político y militar; de alguna  manera puede ser entendido desde el punto de vista de convenencierismo político, el que chorrea del estado moderno y su búsqueda incesante de legitimación[9], y que han explotado con insistencia la figura del “gran patriota”, incluso cumpliendo el pronóstico del tiempo le ”han hecho justicia” a las confidencias del escritor Márquez que, con su pluma señalaba:


En mis ratos de soledad, en esas horas de amargura que para el desterrado, luchando con el destino adverso, acuden a mi mente algunos pensamientos, hijos acaso de un cerebro calenturiento, donde no es posible la tranquilidad; y tales como ellos se presentan los consigno al papel, único amigo en quien hoy deposito mi confianza para que los lleve al seno de mi adorada patria, donde espero que algún día se hará justicia a mis sentimientos.[10]

 Márquez le apuesta al futuro de su lucha en otro plano, al entendimiento e indulgencia de la patria para con su causa ¿Por qué? Por la situación histórica que le correspondió vivir, por esa esperanza puesta en el futuro, de salvación y de progreso; pero también del espíritu inquietante y vacilante de una nación amenazada, sujeta al filo del capricho del poderoso vecino, que no le permitía ni la certeza de seguridad en sus propias fronteras.[11] Márquez aparece aferrado al pronóstico siempre, sus llamamientos tempranos, desoídos, para salvaguardar la frontera norte, son muestra del pronóstico racional del futuro y que siempre combinó con cierta esperanza religiosa:

con frecuencia ve acertadamente el futuro, pero se parece también al visionario, pues no puede más que esperar el futuro. Desea acelerar este futuro y que sea acelerado por él…Pues, para qué le sirve si lo que reconoce como lo mejor, no va llegar a ser lo mejor en toda su vida.[12]

  El deseo de acelerar el paso, con la fe ciega en el pronóstico de Márquez, hace implosión en la Revolución de El Triunfo de 1879. Los historiadores no se explican del todo el por qué de una Revolución en la Baja California, quizá Márquez buscaba simplemente cumplimentar esta vez la anticipación contrafáctica que siempre enarboló y que nunca pudo dirigir a su antojo; bajo la sombra de los liberales, de Juárez, de Díaz, de Mendez, Márquez nunca pudo dar rienda suelta, en pleno, a una reacción por sus temores metafísicos que auguraban una pérdida por la frustración de sus expectativas políticas: el control de la ley, la moral, el bienestar público, la cultura, la educación, la ciencia no eran poca cosa. Lo cierto es que la revuelta bajacaliforniana, contra lo que se auguraba como una larga y férrea dictadura[13], probó a Márquez que el tiempo histórico se compone de experiencia y no sólo de expectativa; que por más que se deseé salir del presente, acelerándolo, no podremos privarlo de su capacidad de reacción, la realidad se impone al deseo, aunque vaya armado de cálculo político, praxis belicosa y salvación religiosa. Márquez vivió propiamente lo que una Revolución comenzaba a significar: ya no el curso natural cíclico de la historia, sino la adquisición desde entonces de una dirección sin retorno,[14]como fue una dirección sin retorno la huida hacia el norte, librando a lomo de caballo, cientos de kilómetros de desierto bajacaliforniano; los encuentros esporádicos con las tropas porfiristas y la salvación, paradójica, al cruzar hacia el país del norte por la línea divisoria, que nunca debió ser tal si el pronóstico preciso del tiempo histórico hubiese sido leído, en sus sabias líneas, por los compatriotas.



 
  Pero la derrota de las armas no implica el derrumbe de las ideas, al contrario, es la continuación de la batalla por otros medios, como se autojustifica Márquez en el discurso preeliminar de sus pensamientos filosóficos:

Persuadido de que el origen de los males que pesan sobre mi país es la corrupción, ese veneno que mata la dignidad y envilece a las naciones, me he propuesto combatirlo con la pluma, ya que contra un enemigo tan temible por su ruindad, poco sirve la espada.[15]

  La obra filosófica en cuestión es una exaltación de la patria como estado moderno y de la religión cristiana como fe verdadera. La cuestión de verdad en Márquez tiene un peso determinado cuando se le agrega politicidad, más que eso política, religión y verdad penden de una alta tensión que, a menudo se rompe, teniendo consecuencias irreparables. En eso el autor fue un adelantado, sale del posicionamiento estrictamente individual, concebible en su época, y se vuelve un liberal crítico con la comodidad del tratamiento economicista de la política, esa es su defensa moral de la cosa pública. No hay ambigüedad, ni en el liberalismo polìtico y ni en la ardua fe marquista en la providencia, siempre será una razón secular (equilibrista del pensamiento) la que guía sus pasos, como explica en su obra:

Liberal por principios y enemigo de toda intolerancia, abracé la causa de la reforma y expuse por ella mi vida muchas veces, porque a mi ver el partido conservador nos quería imponer por la fuerza lo que solo debemos admitir por la razón, supuesto que el mismo Dios respeta nuestra Independencia dejándonos el libre albedrío. Siempre he opinado que la usurpación y la tiranía se tienen que combatir por la fuerza, pero que sobre la conciencia sólo es lícito emplear la doctrina, por manera que me considero con derecho a que se me tenga por imparcial y se crea que no hago más que manifestar libremente mis principios filosóficos, que por fortuna no pugnan con la religión cristiana.[16]

 Hemos visto al hombre de fe, separar en el pensamiento su creencia y su razón; preponderante a esta última lo llamamos filósofo pues en su “punto de vista secular, la razón es la que determina por derecho propio lo que cuenta como un argumento válido o inválido en cada caso”.[17]



   El recorrido de Márquez de León no ha concluido, el recuento historiográfico de su vida y obra sólo se ha visto desfilar su lado activo, en cuanto a práctica. Para una apreciación global de lo que representa en la historia filosófica de sudcaliforniana, queda pendiente el análisis intensificado de esa obra única y fundacional, por muchos años, en las letras y pensamiento de nuestra península: En mis ratos de soledad.

   La desesperación conceptual de la obra contrasta con la búsqueda incesante de la felicidad de la patria, aunque la luz de la verdad no se opaca ante la insistencia en subrayar lo simbólico de lo religioso; Márquez apunta que la acción debe ser guiada por el eje rector de la idealización ética discursiva, como reducto infranqueable de la trascendentalidad de un pueblo. Afirma, el caudillo del pensamiento, su autoridad moral en el coraje de la verdad, que refleja la inteligencia de lo constituido, como intensificación de la vida a través del texto filosófico. Cabe terminar recordando la necesidad de no sólo una historia, sino también una filosofía (¿por qué no una filosofía de la historia sudcaliforniana?) que nos eduque orgullosos de ella, en toda su plenitud.



La Paz, Baja California Sur, 23 de Abril de 2013.



[1] Márquez de León Manuel, En mis ratos de soledad. Pensamientos filosóficos, Editorial Aristos, México, 1977.p. 8.
[2] Buelna Eustaquio, Apuntes para la historia de Sinaloa, Secretaría de Educación Pública, México, 1924. P. 6.
[3]Coronado Eligio Moisés y Trasviña Taylor Armando, Márquez y Ortega: dos revolucionarios, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, La Paz, 1996.
[4] Manifiesto del General Manuel Márquez de León a los habitantes de Baja California, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, Ramo de Guerra, vol.155.
[5] Carta de Márquez de León a Benito Juárez, fechada el 6 de Septiembre de 1866 en Villa Unión, Sinaloa.
[6] Todavía en 2008 el Profr. Leonardo Reyes Silva, nos señala en su libro sobre Márquez que aquel jamás prestó servicio alguno al régimen imperial de Maximiliano de Habsburgo, tal y como lo habría injuriado Porfirio Díaz por las fechas en que rompieron amistad y, probable motivación de Márquez, para orquestar la Revolución de El Triunfo de 1879. Véase Reyes Silva Leonardo, Tres hombres ilustres de Sudcalifornia, XIII Ayuntamiento de La Paz, 2008, La Paz, pp. 66 y 67.
[7] Documentos inspiradores, y valiosos sin duda, se volcaron a narrar las peripecias de nuestro màximo hèroe sudcaliforniano. Cabe citar los trabajos “En busca de Manuel Márquez de León” del profr. Jorge Amao Manríquez ó el “Manuel Márquez de León, un californiano ilustre” que escribiera el profr. Jesùs Inès Agúndez Martínez.
[8] Reyes Silva Leonardo, Op Cit., p. 67.
[9] Koselleck Reinhart, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Paidós, Barcelona, 1993, p. 29.
[10] Márquez de León Manuel, Op. Cit., p.8.
[11] “los vecinos de un estado son sus enemigos naturales, y precaverse de ellos no importa una provocación” Extracto del Proyecto de Estatuto Orgánico para la Baja California que envía Márquez de León, en 1878, al entonces Ministro de Gobernación Trinidad Garcìa.  Río Ignacio del, “Inquietud de Márquez de León, 1878”, en Miguel Mathes, comp., Baja California. Textos de su historia, Instituto Mora/SEP/Gob. Del estado de Baja California Sur, t II, 1988, pp. 22-23.
[12] Koselleck Reinhart, Op. Cit., p. 37.
[13] Reyes Silva Leonardo, Op. Cit., p.66.
[14] Koselleck, Idem.

[15] Márquez de León, Op.Cit., p.6.
[16] Márquez de León, Ibid., p. 37
[17] Habermas Jürgen, El resurgimiento de la religión, ¿un reto para la autocomprensión de la modernidad?, Revista Dianoia, Volumen LIII, número 60 (mayo 2008), p. 14.



FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA



-Archivo Histórico Pablo L. Martínez (AHPLM), Ramo de Guerra (IX), vol.155.

-AMAO Manríquez Jorge, En busca de Manuel Márquez de León, La Paz, Gobierno de Baja California Sur, 1985.

-BUELNA Eustaquio, Apuntes para la historia de Sinaloa, SEP, México, 1924.

-CORONADO Eligio Moisés y TRASVIÑA Taylor Armando, Márquez y Ortega: dos revolucionarios, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1996.

-KOSELLECK Reinhart, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Paidós, Barcelona, 1993

-HABERMAS Jürgen, El resurgimiento de la religión, ¿un reto para la autocomprensión de la modernidad?, Revista Dianoia, Volumen LIII, número 60 (mayo 2008).

-MÁRQUEZ de León Manuel, En mis ratos de soledad. Pensamientos filosóficos, Editorial Aristos, México, 1977.

- _______, Don Benito Juárez a la luz de la verdad, 2a. de S Lorenzo, México, 1885.

-MARTÍNEZ L. Pablo, Historia de Baja California, Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California, 2005

-REYES Silva Leonardo, Tres hombres ilustres de Sudcalifornia, México, Municipio de La Paz, 2009.

-RÍO Ignacio del, "Inquietud de Márquez de León, 1878", en Miguel Mathes, comp., Baja California. Textos de su historia, México, Instituto Mora/SEP/Gobierno del Estado de Baja California Sur, t.II, 1988.