miércoles, 24 de abril de 2013

“Sudcaliforneidad desde la comunidad: una apreciación”


“Sudcaliforneidad desde la comunidad: una apreciación”
Homero Francisco Salgado Pérez
Abril de 2013
Universidad Autónoma de Baja California Sur
RESUMEN:
Desde el inicio de su poblamiento, la pregunta por la naturaleza del californiano se plantea desde dos horizontes: el del misionero y el del aborigen; después de tres siglos de historia peninsular, los recientes fenómenos de crecimiento poblacional y de desarrollo económico en el estado- concretamente en la zona de La Paz y Los Cabos- suponen un re-planteamiento de la dinámica de grupos de poder y su peso específico en las decisiones políticas y movimientos sociales de la media península. En este trabajo se plantea, en particular desde el concepto de “comunidad” en Luis Villoro y “diálogo” en la Epistemología del Sur, una posibilidad de pensar lo (sud) californiano y un escenario para los tiempos por venir.

Palabras clave: Baja California Sur, Villoro, comunidad, Epistemología del Sur, diálogo.




De la Cálida Fornax al estado libre y soberano
Esta historia podríamos situarla en un cálido amanecer del año de nuestro señor 1535; el explorador que aún tenía en su memoria las huellas de la malograda Tenochtitlan se lanzaba en búsqueda de lo conocido- o lo desconocido por conocer- gracias a las Sergas de Esplandián y los libros de caballería que hacían la delicia de los aspirantes a aventureros de la recién proclamada península ibérica. De repente se divisa un morro de tierra, soldados de la patria descubierta que clamaban al cielo guaycura -torotes, palo de arco y otras especies que la sabiduría jesuita pondría nombre y apellido tiempo después- Como si fuera una premonición, el calendario gregoriano señala el día como el de la Santa Cruz, anticipación de lo que estaba por suceder en ese terruño.

El acontecimiento antes descrito es señalado en la nomenclatura oficial como el día que se funda la ciudad de La Paz, gracias al desembarco que hace Hernán Cortés en la bahía recién descubierta; sin embargo el hito que da sentido a la historia e historiografía local es la fundación de la misión de Loreto en el año de 1697, desde donde inicia una etapa de fundaciones misionales y poblamiento del territorio descubierto; este proceso dura hasta 1768 con la expulsión de los jesuitas. Los misioneros conciben a la California (Calida fornax) como la utopía realizable, donde el mal quedaría desterrado desde una sociedad más justa, dentro de un proceso de ilustración encabezado por “la gente de razón” y un evidente control de la población nativa (Sequera, 2003: 25-26)

Desde el siglo XIX, ya consumada la independencia de México y gracias a la pregunta por una idea de nación, surge una inquietud que encuentra su fundamento en el conflicto con Estados Unidos, en parte por el evidente interés del vecino del norte de hacer de la península una estrella más de su bandera. ¿Cómo integrar al territorio, alejado geográfica y socialmente de la dinámica del centro del país, a ese sistema llamado República Mexicana? Una posible solución encuentra su cauce en un creciente regionalismo, marcado por tres acontecimientos históricos, a saber:

·         La ausencia de un conflicto de carácter étnico, que llegó por barco y encontró en la tierra de nadie la posibilidad de ser de manera distinta”
·         El conflicto internacional sobre la península que se desarrolló durante gran parte del siglo XIX, y
·         La pertenencia al territorio mexicano, refrendada mediante el poblamiento de los centros ejidales e industriales. Cabe destacar que en este último punto (Castorena, 2003: 108) se observa, desde un espacio vacío, la percepción de dicho acontecimiento como un modelo de desarrollo impuesto de fuera…

Como producto de la dinámica de los siglos XIX y XX, surge como clase poblacional el “ranchero sudcaliforniano” (último californio gracias al retrato de los 24 por segundo recientemente), heredero de las migraciones venidas de la península ibérica, así como de estadounidenses, chinos, franceses, ingleses…[1] En particular se distinguen tres momentos de conformación de dicho caldo de cultivo: la migración francesa a la zona de Santa Rosalía, la migración de los chinos a la Baja California y el poblamiento del valle de Santo Domingo por parte de los sinarquistas del interior de la república.

Al momento de la integración de Baja California Sur en la cartografía política nacional- cuyo lienzo tuvo pinceladas de FUS y Loreto 70- se plantea, desde el oficialismo primero y la academia después, una búsqueda de una identidad, una respuesta a la pregunta ¿Qué es lícito esperar de “lo sudcaliforniano”?

“El imaginado mestizaje entre guaicuras (sic) , pericues, y la migración española se replantean, a través de los años, como imágenes transpuestas; amen de una formación histórica generalizada para toda la república(…) Esta vuelta al planteamiento histórico nos indica esta crisis identitaria, como crisis en movimiento, en formación, que establece sus propios momentos de ingreso a la comunidad” (Sequera, 2003:61)



Del individuo a la comunidad: una epistemología del mitote

Así, se hace menester una inquietud plasmada en el parágrafo anterior: ¿cuáles son las manifestaciones culturales hoy en día en la media península? Se pueden distinguir tres grandes grupos poblacionales, a saber: el nativo, el migrante del interior del país y el extranjero; así, la posibilidad de respuesta a la pregunta por lo sudcaliforniano supone el entrecruzamiento en un diálogo de visiones y crisoles culturales.
Las crecientes oleadas de inmigrantes a esta media península, desde el extranjero inversionista atraído por el mantra del turismo y el boyante poder adquisitivo de sus beneficiados hasta el trabajador de los campos agrícolas a lo largo del estado, se han integrado y amalgamado a la realidad cotidiana y al concepto de sudcaliforneidad desde su trinchera, y las manifestaciones culturales no han estado exentas de ello.[2]

El estado supone, tanto para el gringo como para el “chuntaro”, un lienzo en blanco, un espacio para plasmar su visión del mundo, un Weltanschauung… ¿y del lado del último californio qué colores son con los que pintan sus lápices? Sequera, en La otredad de la California sureña, apela al concepto de cura- como

“Agarrar cura es una representación, es poner en papeles extremos al otro, lo que nos está molestando, social o personalmente; es un síntoma de que algo no está bien; finalmente, agarrar cura, es realizar una crítica” (Sequera, 2003:53)

La convivencia, la piedra angular del “agarrar cura” parte de una comunidad en constante diálogo; al igual que el mitote, que no distingue barreras lingüísticas o raciales, este ejercicio nos caracteriza por antonomasia como ciudadanos de Sudcalifornia y el mundo. Boaventura de Sousa en Una epistemología del Sur propone el diálogo entre diferentes puntos de vista y apreciaciones del mundo, desde una visión integral del mismo como una “totalidad inagotable, donde hay muchas totalidades parciales”. Una posible respuesta a la pregunta por lo universal podría dilucidarse desde el concepto de traducción, en tanto se configura como con-versar recíproco entre las diferentes experiencias, tanto las disponibles como las posibles, en un marco de confrontación y completitud de la cultura (De Sousa, 2012:136-139)

Así, el diálogo tiene la utilidad de “rescatar lo digno del pasado y el presente”; a partir de la traducción se “tiende a esclarecer lo que une y lo que separa los diferentes movimientos y las diferentes prácticas, de modo que determine las posibilidades y los límites de la articulación o agregación entre los mismos” (De Sousa, 2012: 141)

El caldo de cultivo donde se cruzan las visiones y perspectivas se define, en palabras del autor de Una epistemología del Sur como una “zona de contacto”- un ágora como el mercado Madero o una exposición de arte-donde las normas, conocimientos y horizontes distintos se entrecruzan y relacionan… y este diálogo puede conducir a condiciones para re-pensar el presente desde prácticas de transformación, nuevos manifiestos, y por supuesto una nueva apreciación de la comunidad y el entorno.

De la comunidad al individuo: una apreciación de lo por-venir
¿Qué se entiende así por “comunidad”? Luis Villoro en El poder y el valor da su definición desde el ejercicio en que” cada quien vela por el todo de la misma manera que por su bien personal”, otorgando igual peso al bien común que al bien individual. Esta noción no sólo la hace extensiva a los derechos y obligaciones ciudadanos sino que abarca también la prestación de un “algo desde sí” a la formación de una totalidad que le es inherente al ciudadano le provee de sentido. (Villoro, 2012: 359-361)

Si nos remitimos a la definición dada por los jesuitas a la media península como posibilidad entre las posibilidades, la mesa está servida para imaginar un nuevo presente; siguiendo con Villoro

“Renovar la modernidad quiere decir superarla en una traza nueva: recuperar el momento de verdad del pensamiento y la vida pre-modernos, sin renunciar a los valores fundamentales de una asociación para la libertad” (Villoro, 2012:371)
La comunidad se expresa desde formas de cohesión tales como la vida privada, el parentesco o la vecindad, y tiene sus raíces dentro del hombre ubicado en un espacio y un tiempo (ser social); Su sentido de pertenencia ya no es en función de una mera totalidad por si sola, sino por la integración individual a la misma, de una manera plena como persona, mediante la relación inter-personal, la comunidad, el todo cósmico (Castorena, 2003:78 y Villoro, 2012: 373) Así, el ejercicio de construir la comunidad supone una voluntad de transformación, una práctica cognitiva comprometida con la realidad y vinculada plenamente con lo cotidiano. En Creer, saber, conocer, se entiende dicha práctica como una actividad dirigida por fines conscientes. (Villoro, 2011:250-251)… ¿Cuál es la relación con la actividad y el entorno posible del primer californio en eterno retorno?

El paradigma que se constituye dentro de las actuales sociedades del conocimiento no sólo debe asumirse desde un carácter científico, sino que tiene profundas implicaciones sociales para una vida mejor; En este sentido “Cada método es un lenguaje y la realidad responde en la lengua que es preguntada” (De Sousa, 2012: 49)

El nuevo paradigma que debe oponerse antepone el saber-vivir versus el sobre-vivir, desde una perspectiva mucho más amplia de lo que tradicionalmente Occidente asume como válido; esta construcción desde lo sudcaliforniano comienza a apelar principalmente a la temática del medio ambiente, los movimientos de resistencia contra la minería tóxica y los transgénicos en el estado, así como la defensa de Cabo Pulmo y otras reservas del golfo de California… en resumen, los esfuerzos ciudadanos donde se concentra una nueva ecología de la productividad (De Sousa, 2011:123)

Esta ecología de la productividad, en tanto que confrontación con el conocimiento “venido de fuera”, ha motivado a diferentes organizaciones civiles en el estado, donde convergen los esfuerzos de la triada foránea-extranjera- sudcaliforniana a imaginar alternativas de desarrollo, en contraposición de la lógica productivista que pre-supone que el agua- valga la expresión- sea menos valiosa que el oro.

¿Por qué la pertinencia de analizar estos temas desde la filosofía en su esfera local, nacional y global? Uno de los ejes fundacionales del observatorio que hoy se presenta a la comunidad sudcaliforniana es el de dar seguimiento, desde la academia- y desde la práctica y el diálogo en comunidad- a las problemáticas que atañen a los nuevos y últimos californios, pasados y por venir, y en la medida en que las tres visiones que conviven entre sí en esta media península entablen un entorno de construcción de alternativas de futuro desde lo que se haga hoy, será posible el poema que reza:

¡Levántate! Y cuando el nuevo corsario sexenal
En turno, te exiga oro, plata,
perlas muchas perlas y demás vituallas,
dile lo cantado por el malogrado periodista:
“EL ORO, LA PLATA Y LAS PERLAS
SON DE LOS HIJOS DE LOS HIJOS DE MIS HIJOS
Y QUIEN QUEIRA AVITUALLAMIENTO
QUE VENGA Y BESANDO EL SUELO ME LO PIDA
¡PORQUE YO SOY EL REY DE LOS GUAYCURAS!”
¡Levántate! Si no tienes tradición tienes destino!
¡¡BÚSCALO Y PELEA CON LAS UÑAS SI ES PRECISO!!
Al llegar extenuado al horizonte
Tomarás un respiro lentamente,
y gritarás hacia todos los confines de la tierra:
¡¡¡POR FIN, SOY EL GUÍA DE MI PUEBLO!!![3]

BIBLIOGRAFÍA:
·     Castorena Davis, Lorella (2003). Sudcalifornia: el rostro de una identidad. Editorial Castellanos, México.
·        De Sousa Santos, Boaventura (2012) Una epistemología del Sur. Ediciones CLACSO, Buenos Aires.
·         Sequera Meza, José Antonio (2003). La otredad en la California sureña. Praxis, México.
·         Villoro, Luis. (2012) El poder y el valor. Fundamentos de una ética política. Fondo de Cultura Económica, México.
·         Villoro, Luis. (2011) Creer, saber, conocer. Fondo de Cultura Económica, México

[1] Tan es así que se configura como una característica visible de la población local configuran la identificación mediante los apellidos que delimitan incluso la pertenencia a un lugar específico (los Davis de Loreto o los Macklis de la zona de La Ribera y Miraflores, por ejemplo)
[2] Cabe destacar el caso particular de tres manifestaciones culturales de cada una de estas expresiones: la “cumbia poblana” o el “sonidero” escuchado por la gente proveniente del interior, mayormente por los trabajadores migrantes de Oaxaca, Puebla y Guerrero; el arte y los cuadros en las galerías de Todos Santos propiedad mayormente de extranjeros, y la manifestación de “la cura” en los pobladores nativos. De la contra-cultura a la cultura popular en Todos Santos, Baja California Sur,  del autor, publicado en la revista Generación, octubre de 2011.
[3] Fragmento del poema “Levántate guaycura” de Alfredo González González; facilitado por la profesora Carolina González de la carrera de CP y AP.

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